Cómo te ayudamos
Las violencias contra la infancia y la adolescencia son toda acción, omisión o trato negligente que priva a las personas menores de edad de sus derechos y bienestar, y que interfiere en su desarrollo físico, psíquico o social o representa una amenaza.
Estos son algunos ejemplos:
- Violencia física. Incluye el uso de la fuerza para causar daño físico (golpear, abofetear, agredir o castigar de manera violenta).
- Violencia psicológica o emocional. Implica el uso de palabras, gestos o actitudes que causan daño emocional, como humillaciones, insultos, intimidación, rechazo o amenazas.
- Abuso sexual. Engloba cualquier violencia sexual hacia menores, incluyendo el contacto físico, el exhibicionismo, el voyerismo, el abuso verbal o la explotación sexual.
- Negligencia. Ocurre cuando las necesidades básicas del menor no están cubiertas, como una alimentación adecuada, la salud, la educación, la supervisión y el afecto.
- Violencia institucional. Cuando el funcionamiento de la Administración genera un perjuicio a la persona menor de edad o la revictimiza.
¿Cómo puedo saber si un niño o adolescente sufre violencia?
La violencia puede tener secuelas importantes a corto y a largo plazo en el desarrollo físico, emocional y psicológico de los niños y adolescentes. Es fundamental abordarla lo antes posible y de modo efectivo. La intervención temprana, el apoyo psicológico y el acceso a recursos adecuados pueden ayudar a mitigar y revertir algunos de estos impactos negativos.
Por todo ello, es importante saber identificarla. Estas son algunas de las señales a las que hay que estar alerta ante la sospecha de un caso de violencia infantil:
- Marcas físicas de golpes o lesiones. A veces, las víctimas pueden esconder marcas físicas que son claramente indicativas de maltrato o abuso.
- Aislamiento. El menor no quiere salir de casa ni relacionarse con nadie y deja a un lado las actividades de la rutina diaria.
- Cambios en la manera de actuar. Puede ser que la víctima muestre enfado, agresividad, depresión o decaimiento.
- Reducción del rendimiento escolar. Las calificaciones académicas se ven afectadas o el niño no quiere ir a clase, especialmente si el foco del maltrato está en la escuela.
- Falta de autoconfianza. El maltrato infantil puede minar la autoconfianza y provocar cuadros de depresión, ansiedad o estrés.
- Intentos de huir de casa. Puede surgir la necesidad de huir de casa, sobre todo si es allí donde se produce el maltrato.
- Intentos de suicidio, autolesiones o agresiones en otros. A veces, en situaciones extremas, la víctima puede intentar atentar contra su salud o vida. También puede intentar replicar lo que sufre en algún otro entorno.
- Robar dinero o alimentos. Son indicios de que el menor puede estar desatendido.
¿Qué puedo hacer para prevenir la violencia?
Aparte de lo que determinan las leyes, toda la ciudadanía debe tomar medidas para que las personas menores de edad se sientan seguras y se desarrollen de una forma integral. Protegerlas de la violencia es cosa de todos.
Estas son algunas de las acciones más básicas que puedes aplicar:
- Demuéstrales el amor que sientes y fomenta su autoestima.
- Genera espacios de confianza para que te puedan contar lo que les ocurre.
- No respondas enfadado. Tendemos a descargar nuestro enojo en personas que no tienen nada que ver, a veces con nuestros hijos e hijas. Cuando algo te genere enfado o preocupación, relájate y piensa antes de actuar.
- Cuida a tus hijos e hijas. No los dejes solos en casa si se pueden sentir inseguros y facilita que se relacionen con otros niños y niñas.
- Dales autonomía y empodéralos para que puedan cuidar de ellos mismos, pero con tu acompañamiento. Necesitan ir asumiendo tareas adecuadas a su edad.
- Enséñales a identificar los peligros y a actuar frente a ellos.
- Enséñales a decir no. Es importante que desde pequeños aprendan a decir no a algo que les incomoda o les da miedo y que sepan que pueden hablar contigo cuando se sientan mal.
- Toma precauciones en el ámbito digital. Si los menores hacen uso de internet y de las redes sociales sin supervisión, puede suponer un peligro. Es importante enseñarles a tomar medidas y acompañarlos, así como activar controles parentales que los protejan de contenido no adecuado para su edad.
¿Qué debo hacer si sé o sospecho que un niño o adolescente sufre violencia?
Según dicta la ley, cualquier ciudadano o ciudadana que tenga conocimiento de un caso de violencia contra la infancia tiene el deber de comunicarlo; por lo tanto, no comunicarlo se considera delito.
Por eso, si tienes conocimiento o indicios de un caso de violencia contra una persona menor de edad, habla con nosotros.