La violencia puede tener repercusiones importantes a corto y a largo plazo en el desarrollo físico, emocional y psicológico de los niños y adolescentes. Las secuelas de haber sufrido situaciones de abuso o malos tratos durante los primeros años de vida pueden acompañarlos en la etapa adulta.

A continuación, se mencionan algunas de las posibles consecuencias:

  • Problemas de salud mental. Desarrollo de trastornos de ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático u otros problemas mentales.
  • Dificultades en las relaciones sociales. Afectación de la capacidad para establecer relaciones saludables y seguras con personas de la misma edad o adultas. Se pueden tener dificultades para confiar en otras personas o desarrollar empatía.
  • Problemas de conducta. Comportamientos agresivos, impulsividad y conductas disruptivas. Los niños y niñas que sufren o han sufrido violencia pueden tener dificultades para regular las emociones y la forma de expresarse.
  • Problemas académicos. Dificultades en la escuela por problemas de concentración, por falta de motivación o por ausencias frecuentes.
  • Impacto en la autoestima. La violencia puede socavar la autoestima y la autoimagen de los niños y niñas, ya que hace que se sientan indignos o culpables. Eso puede afectar negativamente a su desarrollo emocional.
  • Ciclo intergeneracional de violencia. Mayor riesgo de replicar este comportamiento en el futuro, sea como víctimas o como perpetradores.
  • Problemas físicos. Posibles lesiones y problemas de salud a corto y a largo plazo. También puede verse afectado el desarrollo cognitivo y físico normal de las víctimas.
  • Dificultades relacionales en la vida adulta. Las consecuencias de la violencia durante la infancia pueden persistir hasta la vida adulta y afectar al rendimiento laboral y a la capacidad para mantener relaciones saludables. También pueden ocasionar problemas con el dinero o adicciones, entre otros.

 

Un acompañamiento adecuado, el apoyo psicológico y el acceso a recursos pueden ayudar a mitigar y revertir algunos de estos impactos negativos. Por eso, si has sufrido situaciones de violencia durante la infancia o la adolescencia es importante hablar, aunque ya seas mayor de edad.

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